En 1920, lord Arthur Eddington, el astrofísico británico que ayudó a probar experimentalmente la teoría de la relatividad de Einstein, planteó que "las estrellas usan un vasto reservorio de energía por medios que nos son desconocidos" y agregó: "A veces, soñamos que el ser humano algún día aprenderá a liberarlo y usarlo en su beneficio". Un siglo más tarde, cientos de ingenieros y científicos de 35 países tal vez estén a punto de hacerlo realidad: en la Provence, sobre un terreno de 42 hectáreas ubicado en la idílica campiña del sur de Francia, avanza la construcción de ITER (siglas en inglés que corresponden a Reactor Termonuclear Experimental Internacional, y vocablo latino que significa "el camino"), un emprendimiento que intentará probar la factibilidad de reproducir esos procesos estelares para producir electricidad aquí, en la Tierra. Se estima que su costo ascenderá a alrededor de 24.000 millones de dólares. A diferencia de lo que ocurre en un reactor nuclear convencional, donde se genera electricidad aprovechando la energía que se libera al fisionar (romper) átomos, ITER reproducirá en una escala que por primera vez se alcanzará en el mundo un dispositivo llamado "tokamak", en cuyo interior la energía se produce por la fusión (unión) de pequeños núcleos atómicos. El principio teórico ya se probó en el laboratorio, pero solo por períodos cortísimos y con una gran inversión de energía: hasta ahora no se alcanzó el punto de equilibrio entre la que se necesita para acelerar las partículas y la que se obtiene con la fusión. Los científicos esperan que al aumentar su tamaño lograrán mantener la reacción por largos períodos y alcanzarán una efectividad mucho mayor. Está diseñado para producir diez veces los megavatios que recibe. "La energía producida por fusión nuclear es limpia, no genera dióxido de carbono ni deja residuos radiactivos, no tiene peligro de derretimiento del reactor, y su combustible (hidrógeno, que se extrae del agua) es ilimitado", explica Laban Coblentz, jefe de comunicaciones del proyecto, durante una visita organizada por la Conferencia Mundial de Periodistas Científicos, que este año se realizó en Lausana, Suiza.
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