Friedlieb Ferdinand Runge es uno de los pocos farmacéuticos que, en el siglo XIX, tenían un doble doctorado. Su tesón por estudiar, unido a una buena porción de suerte en algunos de sus descubrimientos, lo encumbraron a ocupar un lugar destacado en la historia de la farmacia y de la química con hallazgos como el alcaloide cafeína, la anilina, el fenol, la quinina, el pirrol, la atropina, los tintes de alquitrán y la cromatografía. A pesar de la gran cantidad de descubrimientos que hizo, destaca el de la cafeína, por su trascendencia y por la forma casual en que se produjo. Este puede que sea también el más universal, al haber dotado de explicación científica a la necesidad humana de tener que tomar café para activarse por la mañana. Y en la actualidad, quien dice café dice también un refresco de cola con el mismo ingrediente. De origen humilde, Runge quiso estudiar a toda costa con una fe de hierro en sí mismo, así que pronto se decantó por la farmacia y de ahí pasó a la química.