Esta pregunta me sorprendió mientras manejaba mi auto. Juan Diego, con apenas siete años, formuló la interrogante mirándonos con sus ojos juguetones y con una sonrisa inocente. Yo estaba con la guardia baja, eran más de las nueve de la noche, regresando a casa, con el cansancio natural después de unos días muy intensos; suspiré y me puse a meditar, ...la verdad es que estamos tan metidos en las cosas del día a día, buscando asegurar el bienestar de la familia y de nuestra existencia, que pocas veces pensamos sobre la inmortalidad, entonces, esa pregunta me sacó del libreto. Busqué en mi memoria todos mis aprendizajes previos para afrontar el conflicto cognitivo que suscitó la pregunta. Después pensé, qué le digo a un niño de siete años. Juan Diego, añadió, -yo digo ésto porque mis héroes nunca mueren y tienen muchos poderes que los hacen invencibles, el mal no puede con ellos, y los malos al verlos se asustan y huyen, si yo fuera inmortal, viajaría por toda la tierra para conoc